B16 <=[BTG I The arousing of thought, p. 17]=> B18
And so, cheerful and swaggering candidate for a buyer of my wiseacrings, having warned you that I am going to write not as “professional writers” usually write but quite otherwise, I advise you, before embarking on the reading of my further expositions, to reflect seriously and only then to undertake it. If not, I am afraid for your hearing and other perceptive and also digestive organs which may be already so thoroughly automatized to the “literary language of the intelligentsia” existing in the present period of time on Earth, that the reading of these writings of mine might affect you very, very cacophonously, and from this you might loose your . . . you know what? . . . your appetite for your favorite dish and for your psychic specificness which particularly titillates your “inside” and which proceeds in you on seeing your neighbor, the brunette.
For such a possibility, ensuing from my language, or rather, strictly speaking, from the form of my mentation, I am, thanks to oft-repeated past experiences, already quite as convinced with my whole being as a “thoroughbred donkey” is convinced of the right and justice of his obstinacy.
Now that I have warned you of what is most important, I am already tranquil about everything further. Even if any misunderstanding should arise on account of my writings, you alone will be entirely to blame, and my conscience will be as clear as for instance . . . the ex-Kaiser Wilhelm’s.
In all probability you are now thinking that I am, of course, a young man with an auspicious exterior and, as some express it, a ‘suspicious interior,’ and that, as a novice in writing, I am evidently intentionally being eccentric in the hope of becoming famous and thereby rich.
De modo, pues, que, alegre y engreído candidato a receptor de mis sabihondeces, habiéndote ya advertido que voy a escribir, no como los «escritores profesionales», sino de forma totalmente distinta, te aconsejo ahora, antes de embarcarte en la lectura de mis exposiciones, que reflexiones seriamente, emprendiéndola tan sólo, tras una profunda meditación. En caso contrario, mucho me temo que tu órgano del oído, así como otros órganos perceptivos y digestivos, tan y tan acabadamente automatizados con la «lengua literaria de la aristocracia intelectual» que habita actualmente sobre la Tierra, enfermen con la lectura de estos escritos en forma muy, pero muy cacofónica, con lo cual podría suceder que perdieras tu… ¿sabes qué?… tu deseo de engullir tu plato favorito y también esa particularidad psíquica que titila en tu «interior» y que se manifiesta en ti cuando ves a tu vecina, la morenita.
De esta posibilidad que emana de mi lenguaje, o mejor dicho, hablando con rigor, de la forma de mi mentación, estoy ya, con todo mi ser, y gracias a la frecuente repetición de mis experiencias pasadas, completamente convencido, exactamente del mismo modo en que un perfecto asno se halla convencido de la razón y justicia de su obstinación.
Una vez advertido el lector de lo más importante, no tendré que cuidarme especialmente de los demás aspectos de la cuestión. Aun cuando se produjera cualquier malentendido por causa de mis escritos, tú, lector, serías el único culpable y mi consciencia estaría tan limpia como por ejemplo… la del ex Kaiser Guillermo.
Es casi seguro que llegado a este punto, el lector estará pensando que soy, por supuesto, un individuo joven con un exterior auspicioso y, como dicen algunos, un «interior sospechoso» y que, como buen autor novel, estoy tratando con toda intención, evidentemente, de mostrarme excéntrico con la esperanza de hacerme famoso y, de este modo, rico.